Dickens retrató las condiciones de los niños que, sin familia ni protección social, tenían que sobrevivir trabajando, explotados o delinquiendo. Bien conocía el, por experiencia, esta situación. Falta mucho para conseguir finales felices dickesianos en toda nuestra tierra. Mientras tanto, qué bueno que tengamos a Dickens y a tantos otros.
Así comienza David Copperfield, el libro favorito y más autobiográfico de este autor:
Si yo soy el héroe de mi propia historia o corresponde ese lugar a otra persona, el lector lo sabrá después de recorrer estas páginas, que empezaré refiriendo mi vida desde sus comienzos. Antes de pasar adelante, debo manifestar que, según me dijeron, nací un viernes a las doce de la noche, habiendo observado los presentes que el reloj empezó a tocar sus doce campanadas y yo a llorar simultáneamente.
2 comentarios:
Me encanta David Copperfield, que efectivamente es tan autobiográfico que hasta las iniciales del personaje son como las del autor, pero al revés (lo oí ayer, no es que yo me diera cuenta solita, lo reconozco).
Mi otro favorito es Grandes Esperanzas, donde por cierto, le regalan al protagonista cuando todavía niño empieza a trabajar de aprendiz de herrero, un libro en el que se advierte contra los peligros de los malvados aprendices que roban a sus bondadosos "amos".
Yo es que lloro enseguida con estos libros necesarios.
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