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martes, 13 de julio de 2010

El Gato con Botas en Castilla (una bota en cada una)



Al Gato con Botas le gusta levantarse muy temprano, antes del amanecer, para tener tiempo de hacer todos sus asuntos, pues es un gato muy ocupado. Ese día, además, tenía prisa porque su primo se casaba con una gatita blanca hija de un gato romano marramamiau miau miau, y estaba invitado a la boda. Se puso el sombrero, se colgó el tahalí y se calzó las Botas de Siete Leguas. Ya vestido, salió de casa para comprar unas sardinas y unos donuts para desayunar. Pero las botas no habían pasado la ITV y les patinaba el embrague. En la primera zancada se pasó la pescadería, se pasó la panadería, se pasó la frutería y la tienda de los chinos; se pasó cuarenta pueblos y apareció con un pie metido en el Pisuerga, en Valladolid, donde andaban de talleres haciendo monigotes. Al siguiente paso casi se estrompa con la Catedral de León, que es más grande por dentro que por fuera. Un paso más y se le engancharon las orejas entre los arcos del Acueducto de Segovia. En el siguiente paso se metió de cabeza en un tonel de miel de la Alcarria, por donde hizo un viaje Camilo José Cela...

“¡Estoy harto!” se dijo el gato. “Estas botas para quien las quiera. Yo me descalzo y me voy en autostop a la boda de mi primo”.

(Si alguna vez, por la Nacional III, os encontráis un gato sin botas haciendo dedo, ya sabéis de quién se trata.).

Y este dibu para colorear. Además, pinchando aquí podrás acceder a la lectura de varios cuentos populares de Castilla.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Quiero esas botaaaaaaaas!